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viernes, enero 20, 2006

 

Viaje a Laponia, primer día









El sábado 14 nos fuímos de viaje a Laponia (el norte de Finlandia). El viaje en tren, de 12 horas, se hizo eterno. La mayor parte del tiempo, el tren estaba parado en las estaciones. Me aventuraría a decir que el viaje podría haberse hecho en 7 horas sin tanta parada. Todos viajábamos con billetes económicos (sin cama) y dormir en las butacas se hizo imposible para la mayoría. Aunque preparados con todo tipos de juegos de mesa, no sabíamos como matar el tiempo. Conservamos bastante bien la calma, empezando a hablar de las inquietudes de la vida y de temas filosóficos.

Finalmente llegamos a Rovaniemi. No hacía mucho frío. En cuanto vimos el primer cartel de la ciudad, nos avalanchamos hacia él y nos llenamos de nieve hasta las cejas. Nos refugiamos en la estaciones de trenes, planeando el trayecto hasta la cabaña y los autobuses disponibles. Desayunamos y tomamos el primer bus hacia la 'Santa Claus Village', el pueblo donde vive Santa Claus, con una especie de parque temático y lo más importante: la línea que trazaba el Círculo Polar Ártico.

El tema de Santa Claus no puede estar más explotado económicamente hablando. La supuesta Santa Claus Village no es más que un conjunto de tiendas donde comprar tonterías con forma de reno y cosas por el estilo. Además por nosecuantos euros, te hacen un certificado 'oficial' como que has estado en el círculo polar ártico. La atracción principal es la visita a Santa Claus, hablar con él un rato y pagar la foto que te haces con él. Se le veía un tipo muy majo y el casting que había tenido que pasar debe de haber sido brutal. Sabía 6 o 7 frases de casi todos los idiomas conocidos. Nada más verte te preguntaba de donde eras, inmediatamente reconocía el país y ciudad y te hablaba en español, italiano, catalán o alemán sin problemas.

Buscamos la línea que definía el Circulo Polar Ártico, pero había sido tapada con la nieve y el hielo. Aquella gente ni siquiera se preocupaba de mantener la linea visible! Como no había línea, la hizimos a mano. Estuvimos por el parque una hora más, jugando con la nieve y con el hielo hasta que llegó nuestro bus.

Directos a la cabaña, agotados y hambrientos. La cabaña era perfecta, cerca una tienda, de la pista de esquí y de las oficinas donde alquilar materia. Tenia sauna propia (por supuesto), un salón enorme con chimenea y cocina totalmente equipada. Después de luchar casi una hora con la chimenea ya que se llenaba la casa de humo sin motivo alguno, una llamada a la dueña solucionó el problema. Estabamos cansadísimos, al no haber dormido durante el viaje, parecía que todo hubiera empezado esa misma mañana, pero en realidad llevábamos dos días sin dormir. Nos metimos en la sauna de cabeza. Preparamos un poco de pasta para cenar y a la cama. Mañana será otro día!