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domingo, febrero 12, 2006

 

Domingo, visita al cementerio


Hoy me he levantado y hacía un hermoso día de invierno, -10 grados y el cielo blanco. Aprovechando que todo el mundo está durmiendo después del viaje a Estocolmo (yo no he ido), he pensado que era un buen momento para disfrutar de la soledad.

Como antropólogo aprendiz que soy, me he dirigido a los dos cementerios más grandes de Helsinki. Cada cultura trata a sus muertos de una forma muy distinta, dependiendo de cómo vean la muerte frente a la vida. Históricamente han sido enterrados en casas, iglesias, plazas o en auténticos monumentos. Si los muertos forman parte del día a día de un pueblo, permaneceran cerca de éste. En cambio, si se les mantiene alejados, fuera del tráfico normal, se está eludiendo a la muerte, tratando de evitarla, tan sólo recordándola cuando no hay más remedio.

Se puede aprender mucho de una cultura viendo sus cementerios / necrópolis. Un ejemplo clásico es la cultura egipcia, que valoraban más la segunda vida (la muerte) que la primera. Llevo un tiempo viviendo entre fineses y me parecía buena idea visitar sus antepasados. He buscado en internet información acerca de los cementerios fineses y su historia, pero está todo en finés.

Los dos cementerios más importantes de Helsinki, el ortodoxo y el otro, están muy cerca del centro, a tan sólo 10 minutos, junto al mar. Muchas tumbas tienen nombres alemanes, debido a las varias guerras en las que se ha visto envuelta Finlandia. Me resulta muy curioso ver la distribución de las tumbas; no una encima de otra, como en Valencia, sino una junto a otra. Rodeadas de nieve y arboles, fineses hasta el final.

Allí estaba yo, prácticamente solo en el cementerio, escuchando el crugir de la nieve bajos mis pies, con únicamente un cuervo como compañero. Aquel animal me siguió durante todo el camino, emitiendo su particular sonido. Es extraño caminar delante de toda aquella gente, extraños que nunca llegué a conocer. Me vino a la mente, la cantidad de personas que pasan delante de mí, en la ciudad, universidad, tren, que nunca conocería y que de alguna forma, son parte del cementerio.

Me quedé mirando las tumbas, cada persona con su historia; vivieron sus dias y ahora yacen por siempre, sin prisa, asumiendo el tiempo. Sin embargo allí estaban, mostrándome su nombre y fecha de nacimiento. Yo sabía más de ellos de lo que muchas caras desconocidas sabe de mí, y comprendí por qué enterramos a los nuestros.

Seguí caminando y me encontré con una tumba custodiada por una curiosa escultura: una mujer con la cara cubierta con las manos, llorando de dolor. Me pareció una imagen terrible, de gran fuerza y sentimiento. Qué terrible historia se esconde detrás de esta escultura, es algo que tan sólo ella sabe.

Junto al cementerio, los niños juegan en un lago congelado.