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lunes, marzo 13, 2006

 

Viaje a San Petersburgo 1

Con la maleta lista y un sueño terrible cogemos el bus 512 a las 6.25 que nos llevaría a la universidad. Una vez allí, a las 7.30 salían dos buses completos hacia nuestro destino.

El viaje en bus no se hizo demasiado duro. Pude dormir bastante y no estaba incómodo del todo. Hicimos una parada para comer, la siguiente parada fue al llegar a la frontera. Para pasar de Finlandia a Rusia, hay una frontera en cada país y en el medio "tierra de nadie". Nos revisaron 4 veces los pasaportes. Unas veces subía un tipo con cara de mala leche al bus y te miraba por encima el pasaporte. Otras, bajábamos todos del bus y en una ventanilla nos esperaba una persona que comprobaba poco a poco y tranquilamente la validez del pasaporte. Se pierde alrededor de una hora hasta que cruzas totalmente la frontera.

Sobre las 17.30, hora rusa (una hora más que en Helsinki), llegábamos a San Petersburgo. Lo primero que me asombró fue la inmensa suciedad de los medios de transporte, tanto coches, buses, tranvias como taxis. Me atrevería a decir que nunca habían lavado el coche. La cantidad de porquería era tal, que los cristales eran opacos. Una vez superado el shock de la suciedad, empiezas a notar que las calles son grandísimas, enormes. Todas las calles de 2 o 3 carriles mínimo. El guía nos indica que llegamos al centro de la ciudad, el "centro histórico", pero las calles seguían siendo enormes. Gran parte de la ciudad está influenciada por el arte y diseño de Francia e Italia y eso se nota. Los edificios, calles y esculturas están hechos para mostrar la grandeza de Rusia y el poder militar/económico del país.

A las 18.00 llegamos al hotel. Me habían dicho que el hotel era de 1960 y me daba un poco de mal rollo. Nada más lejos de la realidad. La habitación, de dos personas (que compartí con Guillem), tenía de todo, tele, lavabo, etc... A las 19.00 empezaba el ballet, así que nos fuimos pitando otra vez al bus. Vimos la obra Romeo y Julieta. Nada especial. Personalmente me parece una obra demasiado compleja para expresarla sólo con brazos y piernas. Incluso costaba distinguir a Romeo del resto. Duró tres horas, demasiado para mí.

Al acabar el ballet, nos fuimos de fiesta a un pub ruso. El lugar no estaba nada mal, música en directo y bastante espacio. El alcohol está de dos a tres veces más barato que en Helsinki, especialmente si se pide cerveza rusa. A las tantas de la mañana, nos volvimos en taxi al hotel. En esta ciudad hay dos clases de taxis, los oficiales, caros pero "fiables" y los no-oficiales o ilegales, mucho más baratos pero también más peligrosos. Siguiendo los consejos del guía, subimos en grupos de 4 a taxis ilegales (nunca mujeres solas) y negociamos el precio de la carrera. Llegamos perfectamente y caímos rendidos en la cama. Fin del primer día.