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martes, marzo 14, 2006

 

Viaje a San Petersburgo 3

Tercer día. Durante el desayuno, nos encontramos con los colegas alemanes de kannelmäki (mi barrio). Tenian un aspecto terrible. Se quejaban del dolor de cabeza debido a la resaca y de lo poco que habían dormido. Lo más gracioso es que no paraban de preguntarnos que cómo lo hacíamos los españoles: salir de fiesta, dormir tres horas cada día y aguantar el largo día de turistas. "How can you look so fresh?" me preguntaba uno.

Esa mañana teniamos preparado un tour por la ciudad. Visitamos los lugares más importantes, plazas, edificios emblemáticos y estátuas. De vez en cuando bajábamos del bus para hacer una "parada de 5 minutos para sacar fotos". El guía, un hombre joven nacido en San Petersburgo, hacía su trabajo a la perfección. Hablaba un inglés impecable, alto y claro. Durante todo el viaje nos relataba la historia de la ciudad, algunas cosas comunes y otras anécdotas desconocidas. Además nos daba toda clase de consejos de cómo sobrevivir en la ciudad, cómo comportarse y las diferencias culturales que nos podríamos encontrar. Nos estuvo advertiendo detenidamente de los carteristas. San Petersburgo no es tan segura como Helsinki, no tiene nada que ver.

Entre otros lugares, estuvimos en la catedral de Smolni, el museo ruso (por fuera), la catedral de nuestra señora de kazán, la plaza del palacio y finalmente, la iglesia de la sangre derramada. Esta última, la que más me ha impresionado. Tiene un estilo totalmente ruso y es diferente a cualquier otro edificio que haya visto. Al terminar el tour, estuvimos un tiempo por el mercadillo comprando regalitos. El guía nos había advertido que nunca aceptásemos el precio inicial. En esta ciudad se regatea casi en cualquier lugar. Yo me acordaba de mi tía Anna, campeona de campeonas en el arte del regateo.

Para volver al hotel, teníamos 3 opciones: 2 horas de caminata, taxi o metro. Nos decidimos por el metro. Estábamos bastante "acojonados", el guía nos había insistido mucho que está lleno de carteristas. Una vez incluso le robaron a él, de una forma tan profesional que cuando se dió cuenta, había pasado una hora. Yo llevaba lo únicamente imprescindible, documentación y dinero, dentro del bolsillo interior del forro polar, cubierto por otra chaqueta. En los bolsillos de los pantalones y chaqueta, nada. Después de comprar un ticket (realmente barato), nos aventuramos hacia el interior del metro. Bajamos por las escaleras mecánicas... madre mía! aquellas escaleras no tenían fin, el metro estaba profundísimo, hasta tal punto que llegaba a asustar. En el interior, más y más tiendas de venta de material de imitación. Llega nuestro tren y al subir en él, noto como un tipo desconocido que salía, me intentaba meter la mano en el bolsillo. En ese momento meto mi mano en el bolsillo y él se da cuenta, se gira rápidamente y se marcha a otro vagón. Tres minutos en el metro de San Petersburgo y casi me vacían los bolsillos! Suerte que no pasó nada.

En esta ciudad, es normal que la policía haga registros por la calle, tales como comprobar la documentación o las mochilas. El guía nos dijo algo bastante gracioso: "si alguna vez os preguntan qué opinais de las drogas responded: 'las drogas son malas pero el vodka está bien' así sabrá que estais de su lado". Cuando nos dijo esto en el bus, todos nos descolocamos de la risa.

Llegamos al hotel y todo el mundo a dormir la siesta como marmotas hasta la cena. Para cenar, teníamos encargado una cena con "show ruso". Se trata de comer en un bar ruso y entre plato y plato, una exhibición de música tradicional rusa. Un hombre tocando el acordeón y dos mujeres cantando el equivalente de "la manta al coll" en rusia. Estuvo graciosísimo. Al acabar de cenar
nos dirijimos a la discoteca "Metro club", la más famosa y grande de San Petersburgo. Tiene 3 pisos, con diferentes salas y estilos de música. Ninguna de jazz ;-)

A las tantas, como siempre, en taxi para el hotel, agotados. Por cierto, el taxi salía bastante barato, unos 3 euros cada uno en grupos de cuatro personas, si se coge el ilegal, claro.