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viernes, enero 20, 2006

 

Viaje a Laponia, segundo día




Por la mañana, antes de desayunar, me acerco al termometro que hay junto a la puerta, marca la temperatura interior: 23º y la exterior: -24º. No había quien se lo crellera! Desayunamos y nos pusimos tanta ropa como púdimos (sí, también los calzoncillos largos tan sexis) y salimos a la calle.

Cogemos los trineos y en marcha. No hay nada más divertido que un montón de nieve, una colina y tu trineo. Carreras, caídas, saltos, moratones, nieves dentro de las botas, nieve en las orejas... Al principio se tiene un poco de miedo, pero las caídas no son para nada dolorosas y la nieve virgen amortigua perfectamente. Hicimos el cabra hasta que se fué la luz (4.30pm) y a casa.

Como siempre lo primero una sauna. Esta vez entre sesión y sesión no nos duchábamos, salíamos fuera y caminabamos por el exterior, pisando la nieve. El frío que sube por los pies en contacto con la nieve es casi paralizante. Empezamos a picarnos entre nosostros por sentir el frío y la nieve de verdad: dar la vuelta a la cabaña, caminar sobre nieve virgen que cubre hasta la cadera y lo que no se puede superar: rebozarse por completo en la nieve.

Después de cenar, salimos en busca de auroras boreales, esta vez (no como otras), estábamos en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Mala suerte, luna llena y brillante nos impedía verlas. Durante las 4 noches que estuvimos, no pudimos verlas. En fín, otra vez será.